Ya me había dicho mi madre que lo de rebuscar en la basura para encontrar comida podía ser peligroso. Y tanto tú. Ayer, después de comerme la segunda chocolatina caducada que previamente había sacado de la papelera, me entraron los siete males.
Al principio no estaba seguro de si los dolores de tripa y malestar general eran debidos a mis obligaciones profesionales, es decir, escribir sobre el Atlético. Sin embargo, según fue pasando la tarde, me di cuenta de que no podía ser. Que ya estoy inmunizado al 'colchonerismo' y había que encontrar otro motivo a mi flojera intestinal.
No me costó mucho darme cuenta de lo sucedido. Me creía con un estómago de hierro pero estaba equivocado. Hasta los tipos más duros como yo, pueden quedar intoxicados.
Aún me queda la duda de si todo fue una estrategia de Gasolito quien, cansado ya de mi humor negro de negro y harto de mis mofas hacia su persona, pudo haber envenenado la chocolatina con alguna sustancia (que previamente le habría suministrado su cuñado, Grima 'Lengua de Serpiente', todo un experto en estos quehaceres).
Descartada al fin esta última sospecha, pues no creo al Tío Peter capaz de semejante cabronada, me inclino por pensar que fui yo, y solamente yo, el culpable de mis dolores. Me pudo la gula, el ansia de engoñiparme, el afán tragaldaba que reina en la calle Gobelas,..., no lo sé. Me equivoqué.
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